14 de noviembre
Capítulo 7 de la vida de María El Magnificat
El encuentro de María e Isabel fue
ocasión de una gran alegría. Isabel sintió que
su hijito recibía a su primo, el
Salvador, y a su Madre. Isabel le dijo a María la
primer bienaventuranza que relatan los
evangelios: “Feliz vos porque creíste”. Y
María se puso a cantar las maravillas
que hace Dios con nosotros, porque había
mirado con inmenso amor la pequeñez de
su Esclava
Rezamos juntos:
Señor, vos sos la vida, la fuente de
toda alegría. Tu “evangelio” es la buena noticia
que cambia nuestra mirada y nos da la
paz aún en medio del dolor. Aumenta
nuestra fe para que descubramos tu
presencia en las personas, en la historia, en
los acontecimiento grandes y
pequeños. Que cantemos tus maravillas
junto con tu
madre, desde nuestra pequeñez. Amén.
15 de noviembre
Capìtulo 8 de la vida de María: la estadía con Isabel
María se quedó unos tres meses
acompañando a Isabel. Meses de servicio y compañía. ¿Qué era lo importante para
la Virgen? Sin duda, el amor humilde. La que acaba de cantar que el
Todopoderoso había hecho en ella cosas grandes, se dedicó a lavar, a limpiar, a
cocinar, a buscar agua en la fuente comunitaria. Y mientras tanto, a acompañar
a su prima, es decir: compartir con ella la vida cotidiana, las preocupaciones
y los sueños, la oración y las comidas. Seguramente también la ayudó en el
momento del parto, cuando nació Juan Bautista. Así fue como María hizo las
grandes cosas que preparaban la venida del Salvador del Mundo, del Hijo de Dios
y hermano nuestro.
Rezamos juntos:
Santa María, Madre de Dios, educá
nuestro corazón para que sintamos que lo importante es amar humildemente. Y que
el amar muchas veces supone hacernos cargo de los servicios diarios de una
casa, o el viajar en colectivo, o ayudar a los viejitos, o llamar por teléfono
al que está triste. Que cuidemos la vida cotidiana de los que nos rodean, con
cariño y alegría, por Cristo nuestro Señor, Amen.
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